Benito Olmo y el Frankfurt más turbio

Los ingeniosos comentarios que algunos de los mejores autores de novela negra de España han hecho de este autor ya dan la clave de quién tenemos delante. «El regreso de Benito Olmo a nuestras librerías es un síntoma evidente de que en 2021 todo va a ir a mejor», ha dicho César Pérez Gellida, y otro narrador que últimamente está gozando de mucho predicamento, Juan Gómez-Jurado, habla en estos términos: «Una novela negra sorprendente, fabulosamente escrita. No se la pierda», de El gran rojo.

Para aquel que aún no lo conozca, diremos que Benito Olmo (Cádiz, 1980) es autor de novelas como La maniobra de la tortuga –ambientada en Cádiz y de la que se hará de ella una adaptación cinematográfica que llegará a los cines en 2022– y La tragedia del girasol, ambas protagonizadas por el irreverente inspector Manuel Bianquetti, y de las audioseries Desajuste de cuentas y Wonderland. En su haber tiene varios reconocimientos: sus obras han resultado finalistas del III Premio Santa Cruz, el I Premio Negra y Mortal, el III Premio Cartagena Negra a la mejor novela publicada en 2018 y el Tormo Negro-Masfarné 2019, entre otros. Un detalle importante es que en la actualidad reside en Frankfurt am Main.

Y lo decimos porque esta es la ciudad que eligió para ambientar la trama de El gran rojo. «La idea salió a mi encuentro durante un viaje a Frankfurt hace dos veranos. Descubrí una ciudad muy peculiar, con un barrio rojo miserable y maloliente a sólo un par de calles de los rascacielos que conforman su característico skyline. También es una de las ciudades con mayor tasa de delincuencia de Alemania. Me dije que un lugar así bien merecía una novela”, dijo a este respecto. De hecho, para el proceso de escritura se trasladó a vivir a la ciudad germana al considerar que “era la única manera de hacer un trabajo honesto. No es lo mismo conocer una ciudad de pasada que hundirte en ella y vivirla a conciencia».

Un nuevo detective y una intrépida adolescente protagonizan esta historia. El lector conocerá a Mascarell, «el tipo a quien recurres cuando tienes un caso que ningún otro investigador quiere aceptar. De padre valenciano y madre gaditana, recaló en Frankfurt por accidente y se resiste a marcharse de una ciudad que parece hecha a su medida», explica el propio autor. El otro personaje es Ayla, que según él «es una luchadora. En plena adolescencia, tiene que lidiar con un padre aquejado de Alzheimer y con la muerte de su hermano mayor. Está sola contra el mundo, pero cuando la conoces te das cuenta de que no se trata ni mucho menos de una lucha desigual. Es capaz de llevarse por delante a cualquiera que intente hacerle daño».

Mascarell está acostumbrado a moverse por el barrio rojo, las narcosalas y algunos de los tugurios más apestosos de Frankfurt, y es tal su determinación y tenacidad a la hora de enfrentarse a casos complejos que se ha ganado fama de resolutivo. Sin embargo, un día le llega un encargo muy raro, hasta parece algo ilegal. En todo ello aparecerá esa muchacha decidida a averiguar la verdad tras la muerte de su hermano, y ahí empieza una investigación que llevará a la extraña pareja a pisar lugares peligrosos y se convertirán en diana del Gran Rojo, la organización que habita a la sombra de los rascacielos y que no tiene piedad con quien se inmiscuye en sus negocios. Una obra que certifica y confirma lo que en su día dijo Víctor del Árbol: «Benito Olmo se ha ganado un sitio entre los escritores del género. Ha llegado para quedarse.»