«Vivir por primera vez la sensación de vacío que se apodera de una ciudad, de una comarca, cuando la sacude la tragedia de tener que enfrentarse a un naufragio con un alto número de fallecidos, es algo difícil de olvidar. Eso es lo que me sucedió a mí a partir de febrero de 2022, cuando llegaron a Galicia las primeras noticias del hundimiento del pesquero Villa de Pitanxo. La tragedia de estos marineros y sus familias, que comenzó a llenar los periódicos, me espoleó a sumergirme en un mundo fascinante, pero que muy poca gente fuera de esos gremios conoce, ni tan siquiera gran parte de los habitantes de una de las ciudades más importantes de la costa atlántica como es Vigo.
De ese modo es como, charlando con unos y con otros, dejándome caer por las zonas que solían frecuentar los marineros, comprendí que en el negocio de la pesca y de las casas armadoras, como todos en los que se mueven grandes cantidades de dinero, aparecen las corruptelas y los más bajos comportamientos humanos en cuanto rascas la superficie. Ese es el punto de partida de El balanceo del Alacrán, trazar una trama donde se me permitiera, entre otras muchas cosas, mostrar un mundo apenas conocido. La novela no es la historia del Villa de Pitanxo, sino de todos los buques hundidos por la mala suerte y la codicia de unos pocos. Un homenaje a esos marineros y al resto da xente do mar.
Parte de la historia que tiene en sus manos está basada en hechos reales que han sido ficcionados para poder componer esta novela. Sin embargo, los personajes y las situaciones narradas en ella son imaginarios. Lo que no es ficción es la tragedia que se esconde detrás de todos y cada uno de los naufragios sufridos por los buques de pesca gallegos. Sirvan estas líneas de homenaje a todos ellos: á xente do mar.»
Un thriller que huele a tragedia, pero también a puerto, a salitre y a la necesidad de ajustar cuentas con el pasado.
«Pues bien, señor Aronnax, estamos en la bahía de Vigo, y solo de usted depende que pueda conocer sus secretos.»
Julio Verne, Veinte mil leguas de viaje submarino
Una arrolladora novela negra en la que el autor muestra las dos caras de una ciudad, que vive con los pies en el mar; por un lado bulliciosa y portuaria y por otro aquella que vive a la sombra de sus desgracias, que marcan el carácter de la gente de sus barrios pesqueros, y también las distintas caras de la muerte de un hombre.
La verdad es como un barco que se balancea en las aguas tranquilas que suceden tras la tormenta y lo difícil es mantener el rumbo, algo que Eduardo Fernán-López logra con mano firme hasta llegar a un final que deja sin aliento.
El naufragio del Alacrán
En 2022, el pesquero Alacrán, perteneciente a la armadora Grupo Barros, con sede en el puerto de Vigo, se hallaba desde hacía un mes a unas doscientas millas náuticas de las costas de la isla de Terranova, en Canadá, inmerso en la marea del fletán negro, cuando se hundió tras un fuerte temporal marítimo. A bordo de la embarcación, de cincuenta metros de eslora, trabajaban cuando ocurrió el accidente veinticuatro tripulantes, de los cuales solo dos fueron rescatados con vida.
Un doble crimen
Después del inicio del juicio para esclarecer las causas del naufragio, aparece muerto Raúl Barros, el presidente del conglomerado empresarial propiedad del pesquero, junto a su única hija, con la que hacía tiempo que no se hablaba.
El inspector Tristán Negreira y la subinspectora Virginia Almada, del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Vigo, serán los encargados de investigar el doble crimen, cuyos motivos se remontan mucho tiempo atrás. Al igual que tras el naufragio del Alacrán lo vital fue lo sucedido en su interior las horas previas al siniestro, para esclarecer la muerte de su armador Raúl Barros también será necesario arrojar luz sobre su pasado.
Detrás de la muerte de un hombre poderoso se esconde una historia de venganza, pero cuando hay tantas personas con motivos para llevarla a cabo, lo difícil es saber de dónde procede la mano que la ejecuta.
A Negreira se le abrirá el suelo bajo los pies al conocer la identidad de las víctimas. Sabe que se avecina un temporal institucional y social tras el doble homicidio, ya que la herida causada por la tragedia del Alacrán sigue bien abierta a la espera de una resolución judicial sobre el caso que esclarezca lo sucedido. La tensión es latente, por todos es conocido cuánto son capaces de presionar los dueños de los barcos cuando las cosas no salen según lo imaginado
No es fácil llevar la contraria al que paga, pero es aún peor cargar sobre tu conciencia con la muerte de veintidós compañeros. Créanme, la gente de la mar es muy supersticiosa con esas cosas.
Al igual que una desgracia de ida y vuelta mecida por las olas de un mar traicionero, los asesinatos amenazan con poner de nuevo a víctimas y familiares del naufragio a los pies del candelero informativo en cuanto la noticia de la muerte de Raúl Barros y su hija corra por las calles. Por otra parte, en la naviera, la desaparición del presidente desatará una lucha por el control de la compañía entre los miembros de la junta directiva.
El inspector Tristán Negreira se verá obligado a capear su propio temporal tras el asesinato del armador mientras intenta separar pasado y presente del juicio mediático y de los intereses empresariales que se ocultan en una historia marcada por las vidas de sus gentes.
Fuente: editorial Destino











