“Narraciones extraordinarias”, de Edgar Allan Poe, fue mi bautizo en la literatura de terror cuando apenas tenía nueve años. Conservo ese volumen con extremo cariño en mi biblioteca personal, una edición de Bruguera ajada por el tiempo y el uso. Tal vez esa conexión que sentí con sus relatos —y que fueron el germen del escritor en el que acabaría por convertirme— me obliga a volver a Poe de vez en cuando. Ese regreso es similar como cuando viajas de nuevo a ese lugar al que ibas de vacaciones en la infancia, que conserva su esencia, sin dejarse dañar por los años, aunque sea visible que así es, conservando el embrujo del recuerdo.
He regresado inevitablemente, esta vez directo a la casa Usher. Desde hace años, Ediciones Minotauro publica nuevas ediciones de grandes clásicos de la literatura de terror en volúmenes ilustrados. El último, el del relato de Poe “La caída de la casa Usher”, con unas ilustraciones soberbias de Ismael Pinteño, las cuales transmiten la atmósfera gótica de esta historia, la decadencia de la vivienda que da nombre al título, el dramatismo sombrío de la muerte y la locura, reflejos de la propia casa y de los hermanos Roderick y Madeline Usher, quienes la habitan.
“La caída de la casa Usher” es uno de los grandes referentes literarios de cómo un edificio puede representar a sus inquilinos, con esa marcada grieta que se va agravando cada vez más, como una cicatriz abierta y sangrante, a medida que la cordura de Roderick se deteriora y la fragilidad de Madeleine está lista para quedar quebrada. Las acuarelas y el grafito son una elección perfecta en las imágenes creadas por Pinteño para obligar al lector a sumirse en un ambiente decimonónico opresivo, sucio, dañado, terriblemente hermoso. A medida que he ido pasando las páginas de esta edición, he sentido más de cerca ese regreso a esta historia que me marcó en la infancia gracias a la fusión de las imágenes que ya poseía en mi mente, autogeneradas, con las que ofrece el artista, logrando el efecto de percibir mejor el estado anímico de la casa y los personajes, el horror alojado entre muros que se descaman, que huelen a moho, desesperación, amoralidad.
Otra cosa buena de esta edición es que no presenta sólo esta historia. A la casa Usher se le añade otro de los grandes relatos del autor americano: “La verdad sobre el caso Valdemar”. Aquí, la experimentación científica toma el relevo como elemento del horror, a través del mesmerismo, una variante temprana del hipnotismo, aplicada sobre la figura del señor Valdemar, quien está dispuesto a convertirse en sujeto de pruebas para evitar la muerte inminente. Lo chocante para el lector es comprobar cómo su cuerpo cede a ésta, pero no su mente, que sigue viva, hasta el desenlace donde lo más grotesco de la mente de Poe transmite con crudeza los efectos de la muerte física.
No tengo duda de que regresaré a los relatos de Poe unas cuantas veces más, en especial a esta casa sombría, dispuesto a descender a su cripta, a escuchar el estrépito de la piedra al desmoronarse, el lamento de sus vigas al ceder al peso de la desgracia, la desaparición absoluta como el mayor de los terrores humanos.
Ivan Mourin
Cuentos completos
Edgar Allan Poe
Páginas de Espuma, traducción de Rafael Accorinti, 1.180 pp., 42 €