A estas alturas no hace falta resaltar cuán importante es el aspecto de una portada para tentar al posible comprador ─ aún no es lector─ durante ese momento crucial, cuando en una librería coge un volumen cualquiera y, en cuestión de segundos, decide devolverlo a su lugar original o darle la vuelta para leer la contraportada, hojear y ojear en su interior y quién sabe si acercarse a la caja registradora.
Las librerías se han transformado en manchas de colores entre libros y artilugios de marketing. ¿Cómo destacar entre esa colorida melé? ¿Y cómo conseguir que una imagen, un diseño, haga justicia al contenido de un libro, sea este una novela romántica, negra, fantástica, un libro de historia, un tratado de filosofía, una autoayuda sexual, una antología poética o un recetario de cócteles?
Son elementos que tienen en cuenta los jefes de arte y diseñadores de las editoriales.
En el caso de Ferran López ya son innumerables las portadas que han pasado por su cabeza y sus manos. Fotógrafo de formación, considera que ambas disciplinas ─la fotografía y el grafismo─ poseen numerosos elementos comunes al buscar traducir contenidos en espacios tan limitados como una instantánea o una portada; a ellos hay que sumarles conocimientos de los códigos del color y la tipografía, algo que puede arruinar o destacar o prestar a confusión el mejor de los diseños.
Su andadura editorial empezó en el año 2001, en el departamento de diseño de Penguin Random House y en 2012 pasó al grupo Planeta, donde en la actualidad es el director de arte y comanda un equipo de doce diseñadores responsables de la imagen de los sellos Ariel, Círculo de Lectores, Columna, Crítica, Cúpula, Destino, Deusto, Edicions 62, Empúries, Esencia, Espasa, Luciérnaga, Minotauro, MR, Oniro, Paidós, Península, Planeta, Planeta Gastro, Proa, Seix Barral, Temas de Hoy, Tusquets y Zenith. Toma ya (esto es nuestro).
Define su trabajo como una oportunidad para sumergirse en diseños de todo tipo, seguir en contacto con su pasión original —la fotografía— y colaborar con doce competentes colegas. Se reserva algunos títulos para diseñarlos él mismo, sean libros relevantes del grupo o algunos elegidos según sus preferencias. Considera que en una portada deben confluir la originalidad y la coherencia —con el contenido y el sello— para generar un impacto visual en esas coloridas manchas.
¿Cómo se siente cuando entra en una librería? ¿Se fija en los diseños de la competencia? Procura mirar de todo, sí se fija en qué diseñan otros y confiesa haber sufrido alguna que otra cura de humildad al oír comentar una portada suya por algún anónimo visitante de librería. Pero al ser una profesión artística y profesional, seguro que compensa.