Contar la existencia y todo lo que lo rodea, desde la voz interior, es decir, a partir de la propia y vasta experiencia personal, es la tarea que don Álvaro Pombo, escritor español (Santander, 1939), Premio Miguel de Cervantes 2024, se propuso en Cuentos autobiográficos Volumen I (Anagrama, 2025), que salieron al mercado literario en noviembre de este año.
Apuesta la editorial Anagrama por un género que en nuestros días es visto, sin mayor criterio, por supuesto, como de segunda división, pero que ha sido, a no dudarlo, pivote de la narrativa universal de todos los tiempos, porque nos ha acercado a la esencia de lo humano y nos ha susurrado al oído la vida desde la más tierna infancia: cuando se cimientan las primeras emociones; cuando se enciende la llama de una narrativa que nunca nos abandona y, las más de las veces, nos llega desde la oralidad, pero que al trasvasarse a la página se erige en pieza clave de nuestro devenir y de nuestra historia.
El libro que hoy comento es, de entrada, una auténtica joya por donde se le mire, y en sus 18 piezas, desperdigadas a lo largo de 185 páginas, podemos ir a la interioridad de una voz narrativa única, con múltiples matices y claroscuros, cincelada a lo largo de una existencia ya longeva, que atesora experiencias y recuerdos que nos llevan al Santander de la infancia: personajes y paisajes que recrean ante nuestros ojos la formación de una figura icónica en la literatura española contemporánea, que ha entregado una obra celebrada y diversa, que ahonda en lo profundo, que se enlaza con una noción filosófica que va más allá de las figuras literarias y retóricas, para quedar palpitando en el lector como verdades por descubrir en el ayer y en el ahora.
A pesar de ser un libro breve, constituido a su vez por textos breves, estos cuentos se mecen en registros inusitados y conmovedores, y sin bien hay en ellos pinceladas de ficción (y no podría ser de otra manera, porque cuando evocamos, necesariamente recreamos), son en sí mismos retratos en sepia de una existencia forjada desde el trabajo: díscola y trasegada, trashumante y al mismo tiempo enraizada con el lar nativo, y eso es Pombo: un autor de raigambre, pero de visión cosmopolita, lo que nos sugiere una densidad estilística que bulle como fuego interior, que se adentra en el ser y nos entrega entonces pedazos de existencia transformados en lectura diáfana y perfecta, erudita y sencilla, zigzagueante y a la vez lineal, y en esta multiplicidad de literaturas que hay en cada texto pombiano, se nos entrega una noción de mundo que nos estremece hasta la última línea.
Resulta interesante la inserción en sus cuentos de frases y sentencias latinas (posiblemente de manera deliberada, o por mero gusto y disfrute sensorial, que lo hay, sin lugar a dudas), que nos llevan de la mano por los espléndidos territorios de una sabiduría que no resulta altisonante, ni mucho menos producto de la mera vanidad intelectual, sino que se erige en su manera de expresar las cosas, de ver y de verse en el mundo, de contarnos y de contarse su mirada retrospectiva y nostálgica, que hacen de cada pieza de este libro un organismo con vida propia: un artefacto literario autárquico e independiente y, sobre todo, extremadamente humano.
Todas las piezas incluidas en Cuentos autobiográficos, son muy buenas, escritas con una prosa que fluye, que se imanta con el pasado y en el ahora, que se yerguen cada una en sus propias circunstancias, como parte y todo de una vida rica y diversa, que ha hecho de nuestro autor el hombre que es y el que se expresa desde lo literario, que intenta (quizás, sin alcanzarlo, y esto es válido para todos nosotros) redimirse frente a su propia historia, porque lo vivido, es página pasada, porque las voces del ayer gravitan en la memoria, pero ya no en la realidad, porque lo acaecido, por más que lo reivindiquemos en sus contextos y atemos sutilmente cada una de las variables, jamás podrán relatarse sin reinventarse desde la prosa, de allí el riesgo que tiene todo autor autobiográfico de caer en la noria de lo que pudo ser y no fue, de lo que fue y que ya no existe, de lo que atesoramos en la memoria y por más que pongamos todo empeño en traerlo al presente, ya no es posible, porque la vida pasada es en esencia fantasmal y difusa.
Los estudiosos de lo literario posiblemente intentarán con este precioso libro, reavivar la eterna discusión de si lo contado es cuento o si es relato, y la tendrán difícil, lo advierto desde ya, porque los textos aquí plasmados se resisten a ser catalogados en ambos extremos (que se tocan y se fusionan en sí mismos), porque sus linderos permean una y otra noción, toman de ambas los elementos fundamentales y en un interesante juego de artificios, muy de Pombo, nuevamente, se decantan y metamorfosean, se diluyen y se concentran a la vez, se hacen canónicos unos y rompedores de esquemas otros, hasta perderse en el océano infinito de la perfección de lo que se cuenta, del impacto que deja cada uno de ellos en quien lee; de la belleza de las imágenes y sensaciones que obnubilan los sentidos.
Celebro la aparición de los Cuentos autobiográficos Volumen I de don Álvaro Pombo: autor clave de la mejor literatura en lengua española, figura estelar en un país que, como España, busca en él referentes que le permitan reencontrarse con su tumultuoso pasado y reinventar el futuro, en un “ahora” conflictivo, signado por la incertidumbre y por la división en facciones de los poderes fácticos, ensimismados y perdidos como están en sus propios intereses.
Ricardo Gil Otaiza



