“Las novelas de Mario Vargas Llosa han acompañado mi vida. He leído autores de todas las lenguas y épocas, pero cuando un libro suyo aparecía, siempre le daba una prioridad en mi tiempo de lector. Me parecía que en esas historias se ofrecía una versión sobre un asunto esencial: la experiencia de unos seres en pugna por una dignidad y una supervivencia, en una gesta heroica con frecuencia anónima. Esta experiencia, aunque situada en contextos geográficos, sociales e históricos precisos, trascendía sus circunstancias. Todos podríamos reconocernos en ella, gracias al lenguaje y la visión de su autor.”
Estas frases son del libro Palabras en el mundo de Alonso Cueto, publicado por Alfaguara y que desde el 20 de noviembre ya está en todas las librerías, en donde el conocido escritor peruano hace un retrato íntimo y revelador de Mario Vargas Llosa. Este libro es un homenaje a nuestro último Premio Nobel, fallecido en 2025, y a su impacto en la literatura y la identidad latinoamericanas. Una invitación a redescubrir su obra desde nuevas perspectivas.
Alonso Cueto nació en Lima en 1954. Escritor y profesor de la PUCP, ha publicado varias novelas, entre las que destaca El tigre blanco (1985, Premio Viracocha), Grandes miradas (2003), llevada al cine por Francisco Lombardi, La hora azul (Premio Herralde 2005) o La segunda amante del rey (2017). Ha recibido el premio alemán Anna Seghers por el conjunto de su obra, la medalla del Inca Garcilaso, y la beca para escritores de la Fundación Guggenheim en 2002. Palabras en el mundo es su último libro. Y por él, nos hemos dirigido a su editorial, Alfaguara, para que Alonso Cueto nos lo presente a los lectores de Qué Leer.
Señor Cueto, si tuviera que definir a Mario Vargas Llosa con una palabra o una frase…
Un genio que escribió ocho o nueve obras maestras en tres géneros distintos: novelas, ensayos literarios y una memoria. Estas son La ciudad y los perros, La Casa Verde, Conversación en la Catedral, La Guerra del Fin del Mundo y La fiesta del Chivo. Luego están los ensayos sobre García Márquez y Flaubert. Luego El Pez en el Agua. Algunos podrán añadir una o dos novelas más. Nadie lo supera en cuanto al número de obras maestras en la literatura contemporánea. Quizá Henry James o Faulkner apenas.
¿Cuál fue la dificultad mayor a la hora de escribir un libro sobre alguien tan cercano a usted?
Ninguna. Siempre trato de separar mis afectos personales de mi lectura. Y por otro lado siempre me sentí muy cerca de los textos.
Vargas Llosa siempre expresó con franqueza sus opiniones acerca de la política peruana. ¿Cómo convirtió los problemas derivados de ésta en tema de alguna de sus novelas?
En sus opiniones sobre política siempre valoró la libertad como un espacio de creación individual. Es lo mismo que hizo con sus personajes. Son seres libres que se van inventando. En la visión política de Mario, como en la visión literaria, siempre privilegió esa misma actitud: la rebeldía, la insumisión, la insurrección. Su obra es un llamado a la transgresión. Todos son transgresores, desde los cadetes del colegio militar hasta Azpilcueta en su última novela.
¿Y cómo ve ahora, señor Cueto, el mundo sin su amigo? Me refiero al mundo literario.
El mundo literario sigue siendo el mismo, un mundo en el que lo seguimos leyendo. El mundo personal, para mí, muy desolado.
[El cariño y el respeto de Alonso Cueto por Mario Vargas Llosa saltan a la vista en Palabras en el mundo, esta crónica sutil e impecablemente documentada. Obligada para los fans de Vargas Llosa y de Cueto].
Se ha hablado y escrito mucho de Vargas Llosa y García Márquez. Pero yo preferiría, señor Cueto, que me hablara de Borges, que aparece en el dosier fotográfico de Palabras en el mundo, ¿qué relación tuvo con Jorge Luis Borges (del que pronto se cumplirá el 40.º aniversario de su muerte)?
Eran dos escritores esencialmente distintos. Creo que su relación fue más bien la de un lector y un admirador. Cuando estábamos juntos, con frecuencia, repetía de memoria el relato “Los Teólogos”.
“La inspiración sale del esfuerzo regular”, ¿qué opina de estas palabras de Vargas Llosa?
Un escritor siempre tiene que insistir en la soledad, el silencio y el aislamiento como tesoros de los que no puede desprenderse. El esfuerzo regular no supone solo las horas que uno pasa frente a la pantalla sino también la manía de pensar todo el tiempo en las historias y los personajes que tiene en mente. Conversar con los personajes, seguirlos de cerca y lograr que nos confiesen sus intimidades son ejercicios que también tienen que ver con la escritura. Lo esencial de la frase que menciona es la regularidad, es decir la constancia, es decir la persistencia cuando todo a nuestro alrededor nos quiere impedir que las ficciones sean lo esencial en nuestras vidas.
Usted sabe cómo trabajaba Vargas Llosa. ¿En qué se parecen sus métodos de trabajo?
Cumplir horarios, aislarse. Y no lo hubiera podido hacer sin Patricia. Subordinaba la vida a la escritura. En una ocasión, cuando íbamos a salir de viaje con un grupo, decidió la fecha del viaje porque era el día programado para acabar con un capítulo. No era de los escritores que ocultaba lo que iba escribiendo. Discutía los personajes y las situaciones con los amigos. Creo que eso lo ayudaba a objetivarlos y verlos mejor. Iba explorándolos mientras iba compartiéndolos.
¿Cómo escribe usted, a mano, con ordenador? ¿Por la mañana, por la tarde, por la noche?
Yo escribo con ordenador, a primera hora. Generalmente eso significa a las siete de la mañana. Pero hay muchas primeras horas en un mismo día.
Aparte de magnífico escritor, habría que añadir lo magnífico lector y lo magnífico comentarista de libros que fue Vargas Llosa.
Era un lector apasionado y a la vez aplicado. Cuando un libro no lo convencía se obligaba a terminarlo para tener una evaluación definitiva. Con frecuencia antes de dar un veredicto sobre una novela, tenía una frase: “Hechas las sumas y las restas…”
Que recuerde, ¿de qué último libro hablaron Mario Vargas Llosa y usted?
De este último que escribí sobre él. Me llamó por teléfono. Me dijo que estaba muy agradecido. Yo le dije que habíamos pasado el tiempo de las gratitudes.
Carlos Castrosín
Alonso Cueto
Alfaguara, 176 pp., 18,90 €
Sinopsis:
Alonso Cueto nos guía en este ensayo a través de las obsesiones, los dilemas y las pasiones que definieron la obra de Mario Vargas Llosa, una de las más influyentes de la literatura contemporánea. A lo largo del libro, con el rigor de un estudio literario y la cercanía de quién conocía al autor desde la infancia, Cueto ilumina los rasgos fundamentales de su escritura: la totalidad novelesca en constante transformación, la teología del poder, la aventura subversiva, la travesía utópica, las búsquedas morales y existenciales, la influencia de la literatura francesa, el idealismo quijotesco y las técnicas narrativas que dieron forma a sus mundos ficcionales.
Este libro es un homenaje a Vargas Llosa y a su impacto en la literatura y la identidad latinoamericanas. Una invitación a redescubrir su obra desde nuevas perspectivas. Esta edición incluye, además, un dosier fotográfico que ilustra la trayectoria vital de uno de los más grandes escritores de las letras universales.



