José Vila del Castillo, nacido en Madrid, nacionalizado dominicano y radicado en Panamá, es un escritor que profundiza en su idea de que la literatura no obedece a modas ni a tendencias. En su nueva novela Polifónica, la primera de una trilogía, vincula la historia de una familia con acontecimientos de la historia universal (Guerra Civil Española y Segunda Guerra Mundial). El autor asegura que en la industria editorial “Vivimos tiempos de inmediatez emocional y estructuras previsibles”.
Por: Juan M. Torres
Pregunta: – ¿Por qué el título de Polifónica?
Respuesta: – Polifónica nace de una metáfora esencial para mí: toda biblioteca es un concierto coral. Cada libro es una voz; cada voz, una melodía; y el conjunto forma la música de la historia humana. La novela reproduce esa idea: varias voces, tiempos y conciencias que dialogan sin imponerse unas sobre otras.
P: – ¿La tuya es una novela coral?
R: – Lo es, pero no en el sentido superficial de multiplicar personajes. Es coral porque diversas voces se corrigen, se cuestionan, se iluminan mutuamente, se adaptan, sobreviven al tiempo que les ha tocado vivir. No hay una verdad única: la novela propone una polifonía moral que obliga al lector a confrontar su propia mirada.
P: – ¿La vida íntima de una familia es una réplica de la historia colectiva?
R: – No es una réplica literal, pero sí un espejo revelador. Las violencias íntimas y las violencias históricas comparten una misma raíz: la fractura de la conciencia y la renuncia a la responsabilidad personal. En Polifónica, la familia funciona como el laboratorio donde pueden observarse, a escala humana, los mecanismos que permiten que una sociedad entera normalice la injusticia. Pero la novela no es solo la historia de una familia: nace de un universo familiar, pero evoluciona a través de las vidas de sus personajes y se adentra en la historia del siglo XX, desde los años treinta hasta los cuarenta.
La columna vertebral de la trama de Polifónica es el expolio cultural y el tráfico ilegal de libros durante la posguerra española y la Segunda Guerra Mundial. Es el secuestro de la cultura y de la belleza, el uso espurio del poder y la manipulación de la memoria como forma de dominio. La vida íntima de los personajes es el lugar donde esa violencia histórica se encarna: en el miedo, en el silencio, en las lealtades rotas. Ahí, en ese cruce entre lo privado y lo colectivo, es donde la novela encuentra su verdadera tensión.
P: – Cuéntanos el perfil de la familia que protagoniza tu historia.
R: – Es una familia marcada por la posguerra, por los silencios y por una educación sentimental que se construye entre el miedo y la resignación. No son héroes ni villanos: son verosímiles, son supervivientes de la tragedia. Afectos, violencia, culpa, lealtades contradictorias… Todo ello compone un retrato íntimo que refleja las fracturas de un continente entero.
P: – Luego ocurren cambios importantes. Háblanos de las rupturas en Polifónica.
R: – Las rupturas son externas e internas. Nada será lo que parece. Lo que se iniciaba como una saga se convierte en un thriller histórico, rigurosamente documentado y basado en hechos reales, donde los personajes evolucionan, viven y mueren, empujados por sus circunstancias y las consecuencias de sus propias decisiones. Hay quiebras visibles —episodios de violencia, traiciones, lealtades, revelaciones— y quiebras íntimas: personajes que dejan de justificar lo que siempre habían aceptado, que descubren que la fidelidad al entorno puede convertirse en una forma de traición a uno mismo. Como una red de araña, donde las vibraciones en el hilo de uno de sus extremos desencadenan el ruido en el lado opuesto, porque todo en la novela está relacionado, atado entre sí con hilos invisibles.
P: – Tu novela va a contracorriente de una época caracterizada por argumentos reiterativos. ¿Es tu necesidad como escritor?
R: – Sí. No me interesa escribir desde la comodidad de las modas, ni de las tramas inanes ni desde las obviedades. Vivimos tiempos de inmediatez emocional y estructuras previsibles. Polifónica requiere atención y honestidad: no ofrece atajos ni es de lectura fácil. Mi necesidad es ser fiel a las preguntas que me obsesionan como autor: la responsabilidad, la culpa, la dignidad y la conciencia.
P: – Esta es la primera obra de una trilogía. ¿Con qué se encontrará el lector?
R: – Con un proyecto que explora, desde distintos ángulos, las fracturas morales del siglo XX. Polifónica abre el ciclo analizando la responsabilidad individual. La hoguera de los libros, ya en proceso de edición, profundiza en el expolio cultural y la destrucción del patrimonio. Las cenizas de los cobardes, en fase final, cierra el arco narrativo con una reflexión sobre la culpa, las tergiversaciones, la huida y las posibilidades de redención —si es que existen—.
P: – ¿La poesía es tu máxima influencia literaria?
R: – La poesía es esencial: enseña precisión, ritmo, simbología, economía expresiva y belleza del lenguaje. Pero convive con otras influencias: la narrativa moral de Grossman, la reflexión de Gabriel Marcel, la lucidez de Camus, la memoria de Sebald y Primo Levi. Todas esas corrientes —poética, narrativa, ensayística— confluyen en Polifónica.
P: – ¿La historia (como materia) es la que nos cuentan o hay que descubrirla?
R: – La historia que nos cuentan es siempre parcial. Una parte está en los archivos, otra en los testimonios que no entran en los manuales y otra —la más difícil— en la conciencia de quienes vivieron los hechos y de quienes los heredan. Documentarse es obligatorio, pero también desconfiar de cualquier relato cerrado. Leer todo y no creerse nada. La historia, como materia literaria, es una búsqueda constante y Polifónica es una novela histórica basada en hechos reales que intenta encontrar la verdad entre las fechas, los nombres, los sesgos y la memoria colectiva.



