El 29 de octubre, por fin llovió en Madrid. Esta mañana fuimos a la presentación de Astérix en Lusitania, el último álbum, ya el número 41, de Astérix y Obélix. Una nueva aventura de los galos más queridos del mundo conocido y por conocer y que, esta vez, se van a Portugal. La presentación se realizó en un antiguo palacete del paseo de la Castellana, cerca de María de Molina, una mansión espectacular que fue de los duques de Híjar y que en la década de 1950 fue adquirida por el Gobierno de Portugal para instalar allí la sede de su embajada en Madrid y la residencia del embajador.
Con tal que se rebasa la verja de acceso, ya aprecia uno el privilegio de estar allí. Lo primero, al admirar su pequeño jardín, antes de subir a un pasadizo lateral que permite la entrada propiamente al palacete. Lo segundo, al conocer a los dos autores de Astérix en Lusitania en persona. Fabcaro (Fabrice Caro) es el guionista, su segunda colaboración para Astérix; es un hombre delgado, pendiente de aro en su oreja derecha, lleva una sudadera granate, tiene el pelo gris, barba rala, y luce una pícara sonrisa. El dibujante es Conrad (Didier Conrad), su séptima colaboración para esta serie, colaboración que comenzó con Astérix y los pictos (2013); es más corpulento y alto que Fabcaro, de pelo blanco y barba también, lleva una chaqueta oscura.
A los pocos minutos, en el primer salón de este palacete deslumbrante, rodeados de tapices y columnas clásicas, los dos nos presentan, con ayuda de su editora María José Guitián y de Daniel Sánchez traduciendo, Astérix en Lusitania, un cómic también deslumbrante, donde, igual que en los mejores álbumes de los míticos René Goscinny y Albert Uderzo, nos lo pasamos pipa desde las primeras viñetas, viendo cómo una hermosa mañana de primavera, un forastero, Venagaes, llega a la aldea de Astérix. Viene de Lusitania, esa tierra soleada al oeste de Hispania que también está bajo el yugo de Roma. Este antiguo esclavo, a quien descubrimos en La residencia de los dioses (1971), conoce los efectos de la Poción Mágica y ha venido a pedir ayuda a nuestros indomables galos. Y a partir de ahí…
Pues, marca de la casa, una serie de personajes ya conocidos por todos (el héroe Astérix, su grandullón y fiel compañero Obélix, el druida Panorámix creador de la Poción Mágica que hace invencible al pequeño Astérix, y qué decir del perro Ideafix) y también nuevos (como el gobernador Ávidus, el centurión Nuevaopus o, el peor, el intrigante y de aspecto siniestro Malasartes), personajes todos, en cualquier caso, perfectamente construidos, tanto en la parte del guión como en la del dibujo, enfrentándose a situaciones llenas de interés y, sobre todo, humor, humor a raudales, para acometer unas aventuras que parecen irrealizables, en pro de ayudar a quien ha venido a pedir auxilio a la pequeña aldea gala desde tierra tan lejana.
A Fabcaro y Conrad se les nota cómodos al hablarnos de todo esto en la presentación. El dibujante apenas se mueve de su silla. El guionista parece, quizá, más impulsivo, más locuaz. Ante las preguntas que se les hacen, ambos escuchan con atención y, a continuación, contestan. Por ejemplo, sobre si ha sido difícil mantener en este álbum el espíritu de toda la serie, o cómo se han documentado para llevarlo a imágenes, o sobre si no asusta colaborar en un cómic que ha vendido 400 millones de ejemplares en el mundo y ha sido traducido a 120 lenguas y dialectos desde 1959, el inicio de esta historieta universal. También se les preguntó, claro, sobre la serie Astérix y Obélix: El combate de los jefes, estrenada por Netflix este año.
Fabcaro y Conrad nos responden con generosidad e, incluso, interpelándonos, queriendo saber nuestra opinión, al hilo de lo que, en un momento dado, han dicho; saben que nos están presentando uno de los mejores cómics que hoy en día se puede tener entre las manos, como lo es Astérix en Lusitania, la vuelta a unos personajes inolvidables y un paso más para seguir convirtiendo la serie de Astérix, con este último título, en una de las más grandes de la historia del cómic. Por nuestra parte no nos queda más que decir, únicamente que Astérix en Lusitania es un álbum de gran calidad y muy divertido, ideal para regalar ahora y, sobre todo, en las próximas navidades (para las cuales, ojo, ya no queda tanto).
Carlos Castrosín
Astérix en Lusitania
Guión: Fabcaro/ Dibujos: Didier Conrad
Traducción: Isabel Soto
Editorial Bruño, 48 pp., 10,90 €











