Recibí hace algunos días un maravilloso libro, que quería desde hacía varios meses, se trata de los Cuentos Completos (Edición Comentada e Íntegra) de Edgar Allan Poe (Páginas de Espuma, 2025). Ha hecho esta casa un esfuerzo enorme, porque se trata de una edición de lujo dirigida por Fernando Iwasaki y Jorge Volpi, con prólogos de Mariana Enriquez y Patricia Esteban Erlés, y que estrena traducción, esta vez a cargo de Rafael Accorinti Gorillo.
De entrada, como bibliófilo, lector y autor no venzo la tentación de solazarme con la belleza y el cuidado del objeto (o pieza) como tal: pasta dura, papel de primera calidad, marcapáginas de seda, ilustraciones de Arturo Garrido y comentarios de cada cuento por parte de figuras de las letras en lengua española.
Son 1164 páginas que nos llevan por el universo literario de Poe, que es, qué duda cabe, uno de los autores clásicos norteamericanos más queridos y recordados por los lectores en diversas orillas y de todos los tiempos, que ha influido en descollantes figuras de las letras y que, a 175 años de su fallecimiento (de su inaudito y misterioso fallecimiento), se le reconoce aún como a un maestro del relato breve de misterio y de horror, y como el precursor del género policial, tan en boga en nuestros días.
Los cuentos de Poe los he leído y releído a todo lo largo de mi existencia, y son parte del material del que echo mano en mis talleres literarios. Es decir, su encanto no se agota, y es, por expresar lo menos, un autor cantera y espléndido, que en su corta existencia (apenas 40 años) escribió una obra en literatura breve que lo eternizó. Por supuesto, sus textos se insertan en diversos géneros (poesía, cuento, ensayo, artículo y discurso), pero son sus relatos el ineludible gancho que nos lleva de la mano por disparatados mundos, que no se quedan anclados en su admirable y reconocida veta gótica, sino que se diversifican y se contraponen para hacer de ellos enclaves de lo diverso y lo múltiple, en un espectro que se pierde en el horizonte.
Esta espléndida edición de los Cuentos Completos de Poe, que nos entrega Páginas de Espuma, marca un hito literario que debo resaltar, ya que se aparta de una versión ya fijada desde finales de la década de los años 50 del siglo pasado, cuando un atribulado Julio Cortázar, mudado de Francia a Italia, tradujo hasta el agotamiento (y en tiempo record) los cuentos para el público hispanohablante, y que hasta hoy considerábamos inamovibles y definitivos.
No se trata, como se ha dicho en las redes, de una adaptación de la obra breve de Poe a la lengua española contemporánea. Eso es inexacto y malicioso. Es verter del inglés decimonónico en el que fueron escritos y publicados los cuentos, a la lengua española del presente, todas las potencialidades de unos relatos que deberán hablarnos y movernos a los lectores del nuevo siglo. En este sentido, pasados ya 70 años del ingente esfuerzo de Cortázar, nos comenta el traductor Rafael Accorinti en Descendientes. A modo de presentación, lo siguiente: “Nuestra mirada lectora, sin embargo, nos advierte de que todo autor clásico merece una traducción contemporánea. Así, traducir una vez más a Poe, dejando que el tiempo haga reposar y atemperar los cuentos, es ser consciente de una descendencia literaria, de un legado histórico, editorial y lector.
Hay consenso entre los estudiosos de la obra del autor de Boston, en que son 67 la totalidad de sus cuentos. Por supuesto, nada podría descartar que apareciese por allí alguna nueva pieza inédita, guardada en un cajón, oculta entre la bruma documental de alguna biblioteca privada, familia o linaje. Su primer relato, titulado Metzengerstein, vio luz en el Saturday Courier de Filadelfia en 1832 y tenía Poe 23 años (había nacido en 1809) y, su último relato, La cabaña de Landor, apareció en Flag of Our Union (de Boston) el 9 de junio de 1849, a escasos cuatro meses de su fallecimiento. Es decir, toda su obra en cuento la desarrolló el autor en 17 años.
La edición que reseño, ha sido celosa en respetar el orden cronológico de aparición de cada cuento y, como lo expresé párrafos arriba, a cada pieza narrativa le antecede un comentario de un autor hispanohablante, tanto de América Latina como de España, entre quienes destacan: Leonardo Valencia, Fernando Iwasaki (quien también es editor), Ignacio Padilla, Edmundo Paz Soldán, Mayra Santos-Febres, Andrés Newman, Manuel Vilas, Esther Cross, el venezolano Juan Carlos Méndez Guédez, Espido Freire, Patricia Esteban Erlés (además, prologuista), Santiago Roncagliolo, Andrea Maturana, Juan Gabriel Vásquez, Jorge Volpi (también editor), y Alejandro Zambra. Ah, se agregó un Epílogo, titulado: Noche de brujas en Baltimore de Iwasaki, que cierra el volumen.
Debo expresar con franqueza, que lo primero que hice al recibir el tomo, fue leer mis cuentos favoritos (alrededor de diez), y no pude refrenar la inquietud del cotejo con las versiones cortazarianas. Nunca había sentido con mayor fuerza y contundencia la certeza que siempre tuve, de que la lengua es un organismo vivo, que palpita al pulso de los tiempos, que emerge como lava ardiente con cada texto revisitado. Que, como lo expresa Accorinti, somos descendientes de nuestros clásicos, que ellos nos hablan también en el ahora, que su expresión y sentir no son muy distintos a los nuestros, y que sus susurros y voces al oído, son inteligibles a pesar del paso del tiempo (o gracias a ello), de allí el gozo con esta nueva edición, así como el agradecimiento a Páginas de Espuma por poner de nuevo a Poe en nuestras manos, y en una edición impagable.
Ricardo Gil Otaiza











