Mi mujer, que tanto me conoce (llevamos casados 37 años, y si a estos les sumamos aquellos en los que solo éramos amigos y luego los del noviazgo, pues ya se imaginarán), y sabiendo lo mucho que disfruto de la literatura fantástica, del horror, ciencia ficción y demás especímenes, me obsequió recientemente para mi cumpleaños, un libro fascinante, titulado: Están aquí (Planeta, 2025), de J.J. Benítez (Juanjo Benítez, como le conocen en España), y estoy muy enganchado.
Del autor, leí en mi lejana juventud su saga Caballo de Troya, que comenzó en 1984 con Jerusalén y cerró su ciclo en el 2022 con Caballo de Troya 12: Belén (considero que ya es hora de que Planeta reedite toda la colección para el disfrute de los viejos fans, y de todos aquellos que se sumen en el ahora, que serán legiones).
El libro que hoy reseño, nos deja una pregunta inquietante, y que cuando comenzamos a adentrarnos en sus copiosas páginas (983, bien editadas y con abundantes ilustraciones), vamos dando respuestas: ¿Qué ocultan los militares sobre los ovnis? ¡Y vaya, que ocultan!, porque todo este copioso material documentado que nos presenta Benítez, es una muestra fehaciente de que, a lo largo de décadas, muchos han sido los avistamientos de discos voladores y de seres ultramundanos, por parte cientos de personas en todo el planeta y, particularmente, de pilotos y militares norteamericanos (de lo que han estado enterados la NASA y los presidentes), y que todo ello pasó a ser un secreto de Estado, aunque, como veremos, no muy bien guardado.
Cuando digo “no muy bien guardado”, me refiero a que muchos de aquellos testigos presenciales, o personas que tuvieron la oportunidad de conocer de primera mano los hechos (algunas de las cuales fueron silenciadas con la muerte), dejaron abiertos vasos comunicantes, que hoy nos permiten conocer bajo ciertos camuflajes, cambios de identidad y de localidades, lo que en este libro se nos muestra con fidedigna y estremecedora rigurosidad.
No en vano, ha dedicado Juanjo 50 años de su longeva vida (79) en el estudio e investigación de todo lo relacionado con el fenómeno ovni, lo que ha implicado varias vueltas al mundo: ir de aquí a allá tras pistas e información de primera mano, el cotejo de múltiples fuentes, la entrevista con personas clave, el ser testigo de excepción de avistamientos y, lo mejor de todo, convertirse en un divulgador de primera línea de una temática, que ha pretendido ocultarse y soslayarse con fines insospechados, y lo que lo convierte, ¿qué duda cabe?, en unos de los más relevantes investigadores del área en nuestros días.
Cada vez que veo y escucho las entrevistas que le hacen los medios de varias partes del orbe a J.J. Benítez (es un exquisito contertulio), no puedo menos que rendirme frente a su pasión trocada en convencimiento absoluto (“sin lugar a dudas”), de que no estamos solos en medio del universo, que otros mundos nos anteceden y quizás no preceden (seres del futuro, como los llama) y que no solo han estado acá en distintos momentos de la historia de la humanidad (y de ello hay pruebas inequívocas y contundentes), sino que están entre nosotros, y que muchas de las tecnologías que hoy nos asombran (chips, el láser, la fibra óptica, entre otras) han sido tomadas y copiadas a partir del análisis y estudio, por parte de diversos organismos del primer mundo, de las naves alienígenas caídas en algunas zonas del planeta.
Por supuesto, el lector podrá deducir de la obra, que las cúpulas militares de diversos gobiernos (específicamente, de los EEUU) nos han mentido siempre con respecto a la temática, y ese grado de extrema confidencialidad de la información, mucha de ella clasificada aún, ha posibilitado que se genere toda suerte de trama novelesca a su alrededor, cuyos hilos no siempre conducen a las respuestas que buscamos, y se tergiverse (quizás deliberadamente) lo que logra colarse, para desviar el foco de un “algo” que para esas cúpulas es vital a los fines de la hegemonía global que persiguen.
Entiéndase, por tratarse de un libro testimonial y de investigación de campo, no me daré a la tarea de revelar lo plasmado en Están aquí, el desocupado lector tendrá que internarse como yo en sus páginas, pero ya el título es lo suficientemente explícito como para imaginarse de qué van estas páginas, y de todas las cuestiones presentadas, que nos obligan a llevarnos la mano a la cabeza frente a un fenómeno que nos interesa a todos, y del que se habla casi en secreto, pero del que los académicos evitan hablar (y yo lo soy, y de varias instituciones), pero, como lo dice el viejo adagio: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
Sí diré a cambio, y esto como abreboca, que aquellas imágenes cinematográficas que nos muestran a los seres de otros mundos, están muy cercanas a la “realidad” presentada en estas páginas. Los vestigios mostrados en la obra, dan cuenta de que los alienígenas hallados eran muy pequeños (no más de un metro), de cráneo gigantesco y preponderante, de ojos grandes, negros y rayados (achinados), de nariz inexistente (apenas los dos orificios), boca sin labios y solo cuatro dedos en las manos (no tenían pulgares), y las orejas similares a las humanas, pero bajas.
En lo personal, considero que no estamos solos en el universo, y que independientemente de que muchos de los testimonios pudieran tener sesgos por el recuerdo y los matices propios que se suscitan al contar lo vivido (mezcla de realidad y ficción, ergo: recreación), este libro es indispensable para acercarnos, de la mano de un maestro como lo es J.J. Benítez, al fenómeno ovni, porque pocos como él han entregado una vida entera a su investigación, y eso es valor agregado y le confiere un auctoritas fascinante.
Ricardo Gil Otaiza



