I
“Entonces se le apareció el muchacho. Entonces supo que todos los que habían estado bajo la esfera (y que era uno solo, soñado por la esfera en miles y miles de sueños) lo sabían también. Entonces comprendió que existe en alguna parte, en las profundidades del futuro, un mundo en que se encontrarían, reencarnados, absolutamente todos, y que modelarían juntos, como si fuera una figura de barro y cromosomas, al que a su vez sería el último bajo la esfera, y que este los modelaría con barro y líneas de bondi a todos ellos, a los que conocían, a los Conocedores.”
Estas frases son del último libro de Mircea Cărtărescu, Los conocedores. Reúne tres muy buenos relatos de Cegador, obra gigante que en su momento fue publicada por Impedimenta, su portentosa editorial en España, en tres volúmenes, y donde Cărtărescu demuestra, una vez más, que es un narrador para quitarse el sombrero, con una manera de escribir fuera de lo común y una capacidad enorme para entrelazar historias que se esparcen como polvo de estrellas, para acabar conectándose, o no, y dar sentido, o no, a un universo propio sumamente original, donde cabe de todo, desde divagaciones sobre el cosmos o liberar la conciencia, como en el segundo relato, «El circo», a historias puramente narrativas, como las que nos ofrece en «Los Badislav», el primer relato, o en «La boda», el tercero. Bueno, hemos dicho puramente narrativas por contarlo de un modo más bien esquemático, porque en la literatura de Cărtărescu, sea en cuentos, pensemos en los mejores de Nostalgia (1993), o en novelas, como en la genial Solenoide (2015), todo tiene que ver y nada tiene que ver, se mezcla la realidad de la Rumanía de su infancia/ juventud con la imaginación/ sueños de sus vivencias en aquella época (finales de los 60, principalmente).
Así, en Los conocedores nos encontramos con el traslado, en el siglo XIX, de toda una familia, a través de regiones extrañas donde hay adormideras, telarañas llenando el aire y los más insólitos seres a su alrededor; asistimos a un espectáculo circense donde enormes ciervos voladores, amazonas musculosas y el Hombre Serpiente se funden en un relato que es una revelación; o viajamos hasta la boda del conde Witold Csartarowsky y el pandemónium que se origina y en el cual se mezclan y disuelven los minutos, las alucinaciones y los cuerpos.
Mircea Cărtărescu nació en Bucarest en 1956. Poeta, narrador y ensayista, está considerado por la crítica literaria el más importante escritor rumano de la actualidad. De su obra poética, que cultivó a lo largo de los ochenta, destaca El Levante (1990; Premio de la Unión de Escritores Rumanos). Cărtărescu dio el salto a la narrativa en 1993 con el volumen de relatos Nostalgia (Premio de la Academia Rumana), que se abre con «El Ruletista» (publicado de modo independiente por Impedimenta en 2010). Le siguió Lulu (1994), que le valió el Premio ASPRO. Su trilogía Cegador, formada por El ala izquierda (1996), El cuerpo (2002) y El ala derecha (2007), supuso su consagración literaria y le ha procurado premios como el Von Rezzori y el Thomas Mann. En 2013 publicó los cuentos de Las Bellas Extranjeras (Premio Euskadi de Plata de Narrativa) y, en 2016, El ojo castaño de nuestro amor. Entre sus últimas obras cabe destacar Solenoide (2015), que ganó el L.A. Times Book Prize y el Dublin Literary Award 2024; el volumen de relatos Melancolía (2021, de próxima publicación, igualmente, en Impedimenta, como todos los títulos mencionados) y su última novela, Theodoros. Mircea Cărtărescu ha recibido otros premios literarios a lo largo de su carrera, entre ellos el Premio Formentor de las Letras en 2018, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances en 2022 y, en 2024, el Premio Internacional Mondello.
Mircea Cărtărescu
Marian Ochoa de Uribe (traductora)
Impedimenta, 188 pp., 16 €
Sinopsis:
Los conocedores reúne tres relatos extraordinarios —uno por cada volumen de la trilogía Cegador— que funcionan como ventanas privilegiadas al universo más íntimo, onírico y desbordante de Mircea Cărtărescu. Una obra capaz de contener —como una miniatura barroca— el vértigo y la belleza inabarcables de la trilogía que cambió la literatura europea contemporánea. En «Los Badislav» asistimos a la huida de un clan arcaico a través de un paisaje que parece surgido del Apocalipsis, habitado por ángeles, demonios y criaturas cuya existencia trasciende toda lógica. «El circo» nos devuelve a la Bucarest de los sesenta, convertida aquí en un organismo vivo. Un niño —el propio Mircea— asiste a un espectáculo donde escarabajos gigantes, alfombras que esconden secretos de Estado y niñas con alas de mariposa se funden en un relato de memoria y revelación. Finalmente, «La boda» arrastra al lector hasta el lago de Como, durante la boda del conde Witold Csartarowsky: un aquelarre de figuras mitológicas, delirios y recuerdos donde los límites entre el tiempo, el sueño y la materia se disuelven para siempre.
II
“Creo que nunca he recelado de las personas ni de las cosas, solo he tenido miedo de las señales y de los símbolos. El tercer álamo del patio de la iglesia de San Pedro, misterioso, negro, envenenó mi infancia: en las noches de verano su sombra caía por la ventana hasta mi cama, una banda negra que cortaba mi manta, una presencia que me amedrentaba, sin que yo entendiera por qué ni preguntara.”
Y seguimos con estas frases de la novela Desde hace dos mil años, de Mihail Sebastian. De este compatriota de Cărtărescu habíamos leído la inolvidable La ciudad de las acacias (1935), en donde de manera sutil y con gran sensibilidad se nos contaba el principio y fin de la adolescencia de unos jóvenes en una ciudad rumana de provincias a comienzos del siglo XX.
Mihail Sebastian nació en 1907 en Rumanía en el seno de una familia judía. Íntimo de Eliade, Cioran e Ionesco, fue uno de los escritores más polémicos y destacados de la intelectualidad del Bucarest del periodo de entreguerras. Luego, ya durante el conflicto bélico, a causa de su condición de judío, sufrió las represiones de la legislación antisemita, que lo desposeyó de todos sus derechos hasta convertirlo en un ser infrahumano y se le impusieron trabajos obligatorios. Con la derrota del nazismo, recuperó sus derechos, pero apenas pudo disfrutar de ellos, pues murió atropellado por un camión del ejército ruso en 1945.
Aparte de La ciudad de las acacias y del Diario donde relata sus infortunios durante 1935-1944, entre sus obras sobresale Desde hace dos mil años (1934), en la que nos hace ver, con su mejor pluma, cómo un estudiante judío en la Universidad de Bucarest se enfrenta al antisemitismo de sus compañeros y profesores. Crítico con cualquier forma de extremismo, Sebastian nos lo va revelando todo al mismo tiempo, tanto desde dentro, como desde fuera. Entre libros, cafés y peleas dialécticas, bajo la amenaza creciente del fascismo, el narrador va mostrando los rápidos cambios que se están produciendo en Rumanía y, a la vez, en sí mismo, en una Europa que está viendo las orejas al lobo ante los infaustos acontecimientos que, en breve, se van a desencadenar.
A partir del polémico prólogo de su maestro y amigo, Nae Ionescu, influyente filósofo, periodista y profesor rumano, al que el propio autor le había pedido tres años antes para que sirviera de introducción a esta novela, Sebastian publicó en 1935 Cómo me convertí en húligan, una serie de ensayos y artículos en los que daba réplica y denunciaba el antisemitismo que subyacía en el corrosivo texto de Ionescu. Los dos títulos, con el prólogo mencionado, se reunen en este estupendo volumen que acaba de editar también Impedimenta.
Desde hace dos mil años/ Cómo me convertí en húligan
Mihail Sebastian
Marian Ochoa de Uribe (traductora)
Impedimenta, 400 pp., 22,95 €
Sinopsis:
Desde hace dos mil años, publicada en 1934, es una de las grandes novelas-testimonio del siglo XX europeo. En ella, Mihail Sebastian, figura clave de la vida intelectual rumana de entreguerras, despliega una meditación narrativa de asombrosa modernidad sobre la identidad, la exclusión y la fractura interior de un tiempo a punto de estallar. En un tono que combina el diario íntimo, la crónica existencial y la observación política, seguimos el recorrido de un joven estudiante judío en la Universidad de Bucarest que se enfrenta al antisemitismo de sus compañeros y profesores. Ajeno al sionismo, crítico con toda forma de fervor ideológico, Sebastian escribe desde una posición tan incómoda como iluminadora: la del que observa desde dentro y desde fuera al mismo tiempo. Entre cafés, libros y debates universitarios, y bajo la sombra creciente del fascismo, el narrador asiste a la transformación de su país y de sí mismo, a la intemperie en una Europa que va cerrando puertas.
Carlos Castrosín



