Jordi Cicely vuelve casi cuatro años después para continuar con las historias de Jairo, su intenso alter ego, en la que nos traslada al siguiente verano de volver de Cuba para olvidarse de Mariela en un viaje que lo cambió todo. En esta ocasión, Jordi nos invita a su nueva aventura emocional en su pueblo de Friol, en el centro de Lugo, entre campos verdes chillón y bosques caducifolios, en el que nos cuenta una historia de obsesión, reencuentros, pasiones y sobre todo un fuerte Trastorno Obsesivo Compulsivo, un infierno que vivió el autor en carnes durante años y que lo llevó a realizar rituales maniáticos que ocupaban más de cuatro horas diarias en su vida y que aquí plasma con una crudeza y realiza que sacará más de un escalofrío al lector, ávido de sensaciones fuertes.
Si en la primera novela Mariela envenena mis sueños hacia un ejercicio muy afín a sus idílicos escritores de la Generación Beat con Kerouac a la cabeza, en El verano que volvió Sherezade, la influencia que se plasma desde la primera línea es el de la Nouvelle Vague francesa y que huele a la esencia que dejó Rohmer en su Cuento de verano o Pauline en la playa en temas que trata con naturalidad como los reencuentros, los amores prohibidos, el deseo sexual escondido y la nostalgia.
Uno de los puntos fuertes de la novela es la música de los 90, en las que a medida que va transcurriendo la acción, desfilan un montón de canciones del Pop, el Rock y la música Disco que marcaron esa década y en la que cada una trae consigo una emoción o un recuerdo para el protagonista, acrecentando el tema de la nostalgia, ese mismo que tanto obsesiona al autor.
En esa ocasión, la tranquilidad ocupa un espacio más amplio que el de la intensidad de Mariela, tal vez, porque Sherezade, la protagonista de la que todos y todas nos enamoramos, sea eso, un estado de tranquilidad, que aunque en ocasiones no obre de forma correcta, si deja que su dulzura acabe arrestando las sensaciones más placenteras para Jairo y el lector.
Estilo
En El verano que volvió Sherezade Vuelve a repetir el mismo estilo que hizo de Mariela una de las novelas más vendidas de Galicia, ese mismo que hace que lo difícil parezca sencillo, porque la historia nos la cuenta con tal naturalidad, bien podría ser cualquier amigo con el que te reúnes un día para tomar unas cañas hasta bien entrada la madrugada.
Y aunque el protagonista es Jairo, el mismo que en Mariela envenena mis sueños y también aparece el fantasma tormentoso de Mariela, no podemos decir que sea esta una continuidad de la primera, ni tampoco una segunda parte, aunque si ambas están conectadas o unidas por recuerdos o intuiciones que el lector va descubriendo a medida que pasan las página. Aun así, ambos libros pueden leerse de manera independiente y alterando el orden de los mismos.
Paisaje
En toda la obra, el poder de la brisa del verano es casi un elemento al que hay que recurrir cuando la tranquilidad tan buscada por el protagonista aparece delante de él, en forma de una caricia a aire cálido que le hace darse cuenta de la realidad que está viviendo.
Destacar la descripción casi obsesiva de los momentos emocionales, una seña de identidad del autor, así como de los paisajes que acompañan a las acciones y que nos describe una Galicia interior que pocos conocen y que por la descripción bucólica que hace, se parece más a la Costa Azul francesa, influenciada una vez más por la Nouvelle Vague.
Es así como descubriremos pueblos interiores llenos de vida, baños en ríos escondidos entre espesuras de arbolado autóctono, robles centenarios de imponentes ramas, bastos campos de verde chillón o montañas de cúspides redondeadas donde hay grutas y montes comunales.
Esencia
Uno de los puntos fuertes de esta historia es el reencuentro con los amigos y amigas pasados, esos que dejamos de ver un día, los idealizamos con el paso del tiempo y del recuerdo y que una vez vuelves a ver, te das cuenta que la cosa no es para tanto, porque todos hemos cambiado y eso la mayor parte de las veces, decepciona, de la misma manera que lo hacen los que no has cambiado. Una guerra interior con tintes tristes que traslada con absoluta precisión a la narración de esta historia y que hace que nos haga pensar en alguien que hemos conocido y que ha salido de nuestras vidas.
Toda esta esencia viene reafirmada por el poder de cada canción que aparece nombrada, o un álbum o un grupo de los 90, para dar a entender, que la nostalgia es una compañera que pasa factura a quien no sabe quitarse de encima a tiempo.
Temas
Música de los 90, reencuentros, nostalgia, Galicia interior, Trastorno Obsesivo Compulsivo, nostalgia, amor, sexo, Nouvelle Vague.
Sinopsis
Un regreso.
Un amor secreto.
Un verano que lo cambia todo.
Jairo vuelve a su pueblo natal, Friol, intentando recomponerse de la pérdida de Mariela. Entre tardes de sol y noches de música de los 90, se reencuentra con sus amigos de juventud… y con Sherezade, el amor imposible de hace veinte años.
Lo que empieza como una aventura tardía se convierte en un viaje emocional lleno de deseo, amistad y heridas del pasado. Pero también en un enfrentamiento con su mayor sombra: el trastorno obsesivo compulsivo que lo atenaza desde la ruptura con Mariela.
Con un estilo íntimo y vibrante, Jordi Cicely construye una historia sobre la memoria, la pasión y la lucha por liberarse de los propios fantasmas.
Un relato de segundas oportunidades
Una novela sobre el amor, la nostalgia y la obsesión.