Con una sensibilidad poética y un universo visual ensoñador, Adrià García se ha consolidado como uno de los grandes talentos de la animación española. Tras triunfar con Nocturna (2007), obra premiada y reconocida por su atmósfera onírica, el director vuelve a embarcarnos en una aventura única con El Tesoro de Barracuda, una historia de piratas llena de humor y emoción basada en la obra de Llanos Campos Martínez publicada en la editorial SM. Charlamos con él sobre sus inicios y el proceso creativo detrás de sus películas.
¿Cómo descubriste tu vocación por la animación y qué te llevó a dedicarte profesionalmente a este campo?
De niño siempre me interesaron los tebeos y el dibujo en general: Los pitufos, Tintín, luego ya Batman, Moebius, Corto Maltés… Veía animación como cualquier otro niño de mi época, pero al cine llegaba poca cosa. Fue sobre todo a partir de los 12-13 años cuando empezaron a llegar cosas diferentes y me picó el gusanillo. Recuerdo ver unas secuencias de Akira en un documental del programa Metrópolis que tenía grabado en VHS y con eso sí que aluciné. De pronto sentías que había cosas más allá de Disney.
Luego la propia Disney dio un salto enorme de calidad con La Bella y la Bestia, El Rey León… En la televisión a veces emitían los making of y podías ver a todos esos equipos trabajando, cómo se construían las películas a partir de dibujos. No había escuelas especializadas ni acceso a internet, así que intentaba grabar esos programas para verlos una y otra vez. Nos formábamos a partir de ese material, comprando libros de arte en librerías especializadas o revistas de importación.
Me matriculé en bellas artes, que eran los únicos estudios que podían estar vagamente relacionados con lo que quería hacer y ya en esa época conseguí entrar a hacer prácticas en una productora de Barcelona. Desde entonces (1997) ya no he parado.
¿Qué fue lo que más te sedujo de la historia de El tesoro de Barracuda para llevarla al cine de animación?
Me atraía sobre todo la posibilidad de llevar a la pantalla ese universo y ese tono una parte de aventura clásica y otra más cercana al cuento con personajes divertidos y carismáticos. Valerie, la productora, era quien había descubierto el libro leyéndolo con sus hijos y cuando empezó a darle vueltas a la posibilidad de hacerlo en animación contactó conmigo. A mí me apetecía hacer un proyecto con una historia de este tipo, una aventura con personajes memorables y en la que hubiese la intención de cuidar el trabajo. El universo de los piratas es muy rico en imágenes y motivos, y a la vez te da libertad para estilizar, para alejarte del realismo. Esa capacidad de crear un mundo propio jugaba muy a favor.
Además, el tratamiento que se le daba al libro con las ilustraciones ya era bastante cercano a las cosas que yo estaba explorando gráficamente: proporciones exageradas, colores vivos, pincelada con textura, trazo, etc. Era una oportunidad para aplicar todos esos recursos al desarrollo visual de un largometraje.
El filme parte de un relato literario muy imaginativo, ¿cómo fue el proceso de trasladar esa riqueza al lenguaje visual de la animación?
Más que la trama o episodios concretos, lo que intentaba sobre todo es mantener el espíritu y el tono de la historia con la riqueza de personajes y el universo del libro. Quedarnos en ese lugar a medio camino entre el cuento moderno y la novela de aventuras más clásica.
El libro funciona muy bien en su propio formato, pero querer seguirlo pie de la letra habría jugado en contra de la película, así que lo que hemos intentado es utilizar los mismos ingredientes y volver a contar la historia del tesoro de barracuda de manera que se adaptara al cine de animación y a mi forma de entender este medio, con su propio lenguaje, recursos y limitaciones.
¿Qué retos técnicos y creativos encontraste al dar vida al universo pirata y sus personajes?
Sobre todo quería mantener el equilibro entre lo digital y lo manual. En el diseño, quería trabajar con un tratamiento muy estilizado con una base simple y geométrica, alejados del realismo pero a su vez creíble. Que los personajes no dejasen de estar vivos y transmitir emociones y que la imagen en general transmitiese calidez y cercanía de la pintura y el dibujo.
Quisimos trabajar en 2D para potenciar la idea de historia ilustrada o dibujada, que se sintiese que el trabajo está hecho a mano, de forma muy artesanal al fin y al cabo. Con las herramientas y el soporte digital podemos aliviar un poco la carga de trabajo de los artistas y tenemos más capacidad para hacer ajustes y corregir posibles errores, pero sigue siendo una forma de trabajar muy artesanal y quería que eso se notase en la película; en cierto modo crea un vínculo entre los espectadores y los artistas.
Tu cine tiene una gran sensibilidad visual. ¿Cuáles son tus referentes artísticos o cinematográficos más importantes?
Cuesta diferenciar lo que son referentes y lo que simplemente vamos consumiendo y afecta de manera inconsciente al trabajo. Como todos los que crecimos en los 80-90, me crie con Los pitufos, Tintín y Asterix, de ahí a los superhéroes y el comic europeo, el cine de Spielberg o amblin en general, Jim Henson y ya más adelante Miyazaki, etc. Luego he tenido también mi vena más cinéfila, pero en general, me gusta también asomarme a otros medios; creo que en la animación aún hay caminos por explorar que no necesariamente han de buscarse siempre en el cine. Estoy volviendo a interesarme mucho por el cómic y la ilustración con los Provensen, Sasek, Sendak, Gorey, el universo Moomin… Podríamos hacer listas interminables de nombres, pero la realidad es que es casi imposible definirlo de forma consciente.
¿Cómo reaccionó el público infantil en las primeras proyecciones de El tesoro de la Barracuda? ¿Hay algún componente en los productos dirigidos a público infantil que te incline a trabajar más con este target?
En las proyecciones a las que he podido asistir me quedo sobre todo con la manera en que los niños reaccionan, ríen y se emocionan o empatizan con los personajes. Oír cómo hablan de ellos, de quiénes son sus preferidos y cómo entienden sus acciones y sus decisiones. Ver que para ellos son personajes, no solo un diseño o un dibujo, es una señal de que han entrado en la historia y en lo que quería transmitir
Habiendo trabajado en diversos proyectos como Nocturna o Tadeo Jones 3, ¿prefieres la animación 2D tradicional, la 3D o un enfoque híbrido? ¿Cómo decides la técnica más adecuada para cada proyecto?
Aunque vengo de haber crecido con el 2D, soy bastante agnóstico respecto a qué técnica es la mejor en cuanto a resultados. Aun así, en cuanto al proceso puede que disfrute algo más del trabajo en 2D, pero tengo predilección por experimentar y mezclar y buscar la manera adecuada para cada proyecto. Estamos ya viendo cómo a nivel resultados la barrera entre técnicas específicas se va difuminando y creo que lo ideal muchas veces es poder contar con los recursos y encontrar la manera de integrarlos para conseguir resultados sorprendentes. Siempre intento pensar primero en el look que persigo para un proyecto desde una imagen y luego ya me planteo técnicamente cuál es la mejor manera de conseguirlo.
¿Qué película de animación te marcó en tu infancia y todavía hoy sigue inspirándote?
Quedarse con una sola película es un poco criminal. Partiría de la base de que he de dejar a Ghibli fuera de la lista; cualquiera de sus películas valdría, pero también empezaron a llegar casi en mi adolescencia. Ya he hablado de Akira también. Quizá a todo esto puedo añadir una película que vi en mi infancia en la televisión autonómica y que durante muchos años fue una especie de misterio para mí; no sabía qué película era y todo era como un recuerdo borroso. La redescubrí más adelante gracias a internet; era Los maestros del tiempo, de René Laloux, Hay en esa peli limitaciones técnicas y de presupuesto más que evidentes; sin embargo, la atmósfera y el universo en que sucedía, entre la ciencia ficción y la ensoñación, con algunas imágenes muy poderosas —la escena del niño con los insectos en el lago, por ejemplo— se me quedaron grabadas durante años. No recuerdo muy bien el argumento y no he querido volver a verla. He preferido mantenerla como un recuerdo para mantener el tono misterioso.
¿Qué te gustaría que quedara en la memoria de los espectadores cuando piensen en El tesoro de Barracuda?
Lo principal es que hayan pasado un buen rato y que se hayan sentido transportados a esa aventura. Luego, que la recuerden como algo diferente y que hayan encontrado algún detalle que dé qué pensar o les haya transmitido las ganas de descubrir un poco más de Chispas, Barracuda y su tripulación. Si además les anima a acercarse al libro original, e incluso a los libros en general, entonces la satisfacción es aún mayor.
Nora Montesinos