El escritor murciano debuta en el mundo editorial con Eco de verdad, una primera novela que trata de un virus que es creado para castigar la mentira. Una historia que tiene mucho que ver con la actualidad política, pero también cotidiana. Electricista de profesión, el autor asegura que, en su trabajo, como en cualquier otro, «la mentira suele tener consecuencias: si alguien engaña a un cliente, ese cliente no vuelve. En política, en cambio, parece que no pasa nada».
¿Por qué la mentira resulta tan atractiva en estos tiempos?
Porque es fácil y cómoda. Vivimos en una sociedad que premia lo inmediato, y la mentira es un atajo rápido para evitar problemas, ganar poder o conseguir atención.
¿Tu novela nace de alguna indignación hacia la mentira?
Sí, nace de ver cómo se ha normalizado. Ya no sorprende que un político mienta en público ni que un dirigente manipule datos. Esa indignación me llevó a pensar qué pasaría si cada mentira tuviera un precio real.
¿Cómo surge el virus que castiga a los mentirosos en Eco de verdad?
Surge como una idea: si la mentira es un virus social, ¿por qué no crear un virus que la ataque? En la novela hay dos formas: un virus informático, que detecta y expone las mentiras en la red, y un virus biológico, que afecta físicamente a quien miente. Juntos hacen que la mentira deje de ser impune.
¿Quiénes son los personajes que aplican este virus?
Un grupo de ciudadanos corrientes que deciden no resignarse. Podría ser cualquier lector, cualquier persona con sus dudas, contradicciones y miedos, que se atreve a poner en marcha algo que puede cambiarlo todo.
¿La verdad no tiene buena prensa?
No. Normalmente la verdad suele ser incómoda, no vende titulares fáciles ni da votos. Lo que se premia es el discurso que tranquiliza o que ilusiona, aunque no sea cierto.
¿Cómo electricista escuchas muchas mentiras?
Sí, como en cualquier trabajo. Excusas de clientes, compromisos que no se cumplen… Pero la diferencia es que, en lo cotidiano, la mentira suele tener consecuencias: si alguien engaña a un cliente, ese cliente no vuelve. En política, en cambio, parece que no pasa nada.
El escritor miente a la hora de contar ficciones. ¿La mentira plausible está reservada para el arte?
Exacto. La ficción es una mentira pactada: el lector sabe que no es real, pero acepta entrar en ese juego porque de ahí nace la verdad literaria. Es un acuerdo entre lector y escritor. El problema es cuando esa mentira se usa fuera del arte para manipular.
¿Los políticos creen que la verdad no da votos?
Muchos piensan que no. Creen que la gente quiere escuchar promesas, aunque luego no se cumplan. Por eso mienten tanto: porque lo ven rentable e impune.
¿Cuáles son los libros a los que siempre vuelves?
No soy de volver una y otra vez a los mismos libros. En mi caso el camino fue al revés: no fue un libro el que me llevó a escribir, fue la necesidad de contar una historia lo que me convirtió en escritor. Hoy, más que volver a libros pasados, vuelvo a mis propias páginas, corrigiendo, aprendiendo y sorprendiéndome de lo que soy capaz de crear.
Arturo Centeno