Dice Alicia Giménez Bartlett que lo mejor de esta novela son sus personajes femeninos, y como no puede ser de otra manera, la maestra de la novela policial y creadora de la ya mítica Petra Delicado, tiene razón. En La verdad es un vaso vacío nos encontramos con dos mujeres antagónicas, pero que forman un tándem fundamental para comprender el funcionamiento de una sociedad cargada de prejuicios y falsos mitos. La novela nos presenta por un lado a la brillante, taciturna y un tanto incomprendida, subinspectora de la Policía Nacional Nadia Cañizares, y por el otro a Teresa, una farmacéutica con una vida bastante anodina que verá como todo lo que era sólido en su día a día se va por el sumidero tras un brutal atraco a manos de un misterioso barbudo.
José Ramón Gómez Cabezas vuelca en el texto todo su conocimiento psicológico del ser humano, no en vano es psicólogo de formación y profesor en la Universidad de Castilla La Mancha, para brindarnos un retrato magistral del dolor cotidiano, tanto de unos personajes como del lugar en el que transcurre la trama: Ciudad Real. Una de esas ciudades pequeñas, donde según algunos desconocedores, nunca pasa nada.
Más allá de las dos protagonistas principales la trama nos brinda la aparición de otros personajes, algunos secundarios, pero que según pasan los capítulos van acaparando cada vez más peso hasta convertirse en la clave de todo. Entre los más potentes, para no interferir en el disfrute del futuro lector, podemos destacar al siempre dispuesto inspector Ginés Romero, o a Sandra, mano derecha de la farmacéutica que aporta al desarrollo de la novela la presencia de Aníbal, un periodista gallego que nos traerá más de una sorpresa.
Con un corte clásico y personajes profundos, construidos a conciencia, el autor nos presenta una obra sobre la sorprendente búsqueda de la verdad, donde un pasado incierto se va desdibujando en el presente de Teresa. Desmadejando ante el lector una lacerante crónica sobre las relaciones humanas.
Una madre con demencia, un violento atraco, traumas vitales más olvidados que desconocidos, un misterio familiar escondido pero que lo baña todo desde el principio hasta el final y una buena dosis de corrupción policial. Página a página y gracias a una serie de capítulos cortos, que no hacen otra cosa que avivar las ansias del lector por conocer cuál va a ser el destino de cada uno de los actores, nos vamos introduciendo en una espiral de secretos y venganzas tejidas con calma y maestría.
Una historia que nos deja claro que la búsqueda de la verdad, pero sobre todo su conocimiento, conllevan una serie de riesgos y un inevitable dolor para el que la descubre. Un trance vital que no todo el mundo es capaz, o está dispuesto, a soportar, pues cuando lo evidente salga a la luz nada volverá a ser como antes.
Con La verdad es un vaso vacío, José Ramón Gómez Cabezas da un salto en su trayectoria literaria, y lo hace firmando una historia dura, sin artificios, pero con una prosa rica y trabajada. Una novela que tras leerla te deja moratones en la conciencia.
Eduardo Fernán-López
LA VERDAD ES UN VASO VACÍO
José Ramón Gómez Cabezas
Duomo, 384 pp., 19,50 €