Este febrero se celebró el 500 aniversario de la batalla más importante de las Guerras de Italia (1494-1559), entre el ejército francés al mando del rey Francisco I y las tropas germano-españolas, victoriosas, del emperador Carlos V, cerca a la ciudad italiana de Pavía. Con este motivo la editorial Desperta Ferro preparó una obra que analiza estos acontecimientos decisivos en la historia de España, Italia y toda Europa.
Del texto e imágenes: editorial Desperta Ferro
Este libro surge de la necesidad, en vísperas del quinto centenario de la batalla de Pavía, de brindar al gran público un estudio razonado de esta batalla dentro del contexto en el que se libró. Son pocas las monografías existentes acerca de Pavía, y ninguna de ellas aborda el hecho de armas más decisivo de las Guerras de Italia desde una perspectiva multidisciplinar como Pavía 1525. El gran triunfo de la infantería española, en la que intervienen, amén de la historia militar clásica centrada en el desarrollo de campañas y batallas, estudios de los condicionantes sociales, culturales y económicos de las Guerras de Italia y los Estados y hombres implicados en esta lucha determinante por la hegemonía en Europa. Es por ello que esta obra reúne un elenco de especialistas españoles e internacionales para tratar de forma colectiva las dinámicas de Pavía y el enfrentamiento entre el sacro emperador Carlos V y el rey Francisco I de Francia, al que concurrieron además los principales potentados de Italia: el papado, controlado en dicha coyuntura por los Médicis León X y Clemente VII –con el breve interludio de Adriano VI–; la república de Florencia, en cuyo seno el creciente poder de la oligarquía medicea despertaba importantes tensiones; Venecia, centrada en el mantenimiento del status quo que asegurase sus posesiones de Terraferma, y también los duques de Mantua y de Este, dispuestos a colaborar con uno u otro contendiente en pos de sus intereses dinásticos.
Pavía 1525. El gran triunfo de la infantería española traza un recorrido minucioso por los años clave del enfrentamiento entre el Imperio carolino y Francia, desde 1521 hasta 1530. La lucha por la corona imperial fue el desencadenante de un choque derivado de un conflicto latente: la pugna entre los Valois franceses y Fernando el Católico, abuelo materno del emperador, por la hegemonía en Italia, que se había cerrado en falso con la división de los territorios en pugna entre ambos: Nápoles para el aragonés y Milán para el francés Luis XII. En 1521, Francisco I, encumbrado por su victoria en Marignano (1515) sobre las tropas de la Confederación Suiza que sostenían al duque de Milán, Maximiliano Sforza, lanzó un órdago contra el joven e inexperto emperador: alentó y apoyó la rebelión de Roberto de La Marck en las fronteras de los Países Bajos y surtió de un nutrido contingente de tropas francesas al exiliado rey de Navarra Enrique II de Albret para recuperar su trono al sur de los Pirineos. Todo ello mientras bullía en Castilla la rebelión de las Comunidades. Carlos V reaccionó enérgicamente: no solo las tentativas galas en Flandes y Navarra se vieron frustradas, sino que el ejército imperial en Italia, acaudillado por el veterano Próspero Colonna, con apoyo de tropas pontificias y venecianas, expulsó de Milán a los franceses en una rápida campaña.
Francisco I no se dio por vencido: estaban en juego no solo el poder y la influencia de su reino, sino también su prestigio personal. La respuesta del soberano Valois se tradujo en el inicio de una nueva guerra de enormes proporciones en la península itálica desde Génova hasta Calabria; una guerra en la que Francia midió su poderosa artillería de campaña y de asedio, sus piqueros suizos de apariencia inquebrantable y su avasalladora caballería pesada noble, los gendarmes, a los lansquenetes imperiales y a los piqueros y arcabuceros de las coronelías españolas, germen de lo que en 1536 pasaría a denominarse tercios. El conflicto resultante revolucionó el arte de la guerra y el escenario político italiano. El triunfo de la infantería española, patente en las batallas de Bicoca (1522) y del río Sesia –o Romagnano– (1524) y rubricado en Pavía con la sangre de lo más granado de la nobleza francesa, envió un claro mensaje a los potentados de Italia: la infantería vieja española se había enseñoreado de los campos de batalla y había hecho de su señor, el emperador, un príncipe con un poder no visto en Italia desde los lejanos días de Carlomagno.
El papado, con la concurrencia de Venecia, Florencia y un Francisco I que apenas liberado de su cautiverio se desdijo de la paz firmada con el césar, se conjuraron para impedir que Carlos V dictase la política italiana. Pero de nada sirvieron los grandes ejércitos que movilizaron: Antonio de Leiva defendió con éxito Milán; el condestable de Borbón y Jorge de Frundsberg marcharon sobre Roma, que fue saqueada, y la campaña francesa sobre Nápoles culminó con el ejército galo diezmado por la peste y aplastado por las tropas imperiales. El papa Clemente VII buscó la reconciliación con el emperador, al que coronó solemnemente en Bolonia en 1530. El victorioso Carlos, señor y árbitro de Italia, miraba ya hacia el este, hacia el turco Solimán, mientras que Francisco I, humillado, comenzaba a pergeñar la alianza con el enemigo de la cristiandad.
Pavía 1525. El gran triunfo de la infantería española
Àlex Claramunt Soto (ed.)
Desperta Ferro, 488 pp., 27,95 €